Sanoja: Ismael Serrano. La Memoria De Los Peces. Recuerdo.
:
Me levanto temprano, moribundo.
Perezoso resucito, bienvenido al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo, en el metro,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
companeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro ilumina el vagon.
Esos gestos traen recuerdos
de otros paisajes, otros tiempos,
en los que una suerte mejor me conocio.
No me atrevo a decir nada, no estoy seguro,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos,
mas cargados de nostalgia, quizas mas oscuros.
Pero creo que eres tu y estas casi igual,
tan hermosa como entonces, quizas mas.
Sigues pareciendo la chica mas triste de la ciudad.
Cuanto tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecia nuestros nombres,
jovenes promesas, no, no teniamos nada.
Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincon sin luz.
"Agarrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detras de cada huida estabas tu, estabas tu.
En las noches vacias en que regreso
solo y malherido, todavia me arrepiento
de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.
A ahora que te encuentro, veo que aun arde
la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde
para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo antes de que te bajes
de este sucio vagon y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"?Como estas? Cuanto tiempo, ?te acuerdas de mi?"
Y una sonrisa timida responde:
"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, senorita, me recuerda tanto
a una mujer que conoci hace ya algunos anos".
Mas viejo y mas cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
companeros en la rutina y en los bostezos
Me levanto temprano, moribundo.
Perezoso resucito, bienvenido al mundo.
Con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo, en el metro,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
companeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de enfrente,
un rostro de repente,
claro ilumina el vagon.
Esos gestos traen recuerdos
de otros paisajes, otros tiempos,
en los que una suerte mejor me conocio.
No me atrevo a decir nada, no estoy seguro,
aunque esos ojos, sin duda, son los suyos,
mas cargados de nostalgia, quizas mas oscuros.
Pero creo que eres tu y estas casi igual,
tan hermosa como entonces, quizas mas.
Sigues pareciendo la chica mas triste de la ciudad.
Cuanto tiempo ha pasado desde los primeros errores,
del interrogante en tu mirada.
La ciudad gritaba y maldecia nuestros nombres,
jovenes promesas, no, no teniamos nada.
Dejando en los portales los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincon sin luz.
"Agarrate de mi mano, que tengo miedo del futuro",
y detras de cada huida estabas tu, estabas tu.
En las noches vacias en que regreso
solo y malherido, todavia me arrepiento
de haberte arrojado tan lejos de mi cuerpo.
A ahora que te encuentro, veo que aun arde
la llama que encendiste. Nunca, nunca es tarde
para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo antes de que te bajes
de este sucio vagon y quede muerto,
mirarte a los ojos, y tal vez recordarte,
que antes de rendirnos fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
"?Como estas? Cuanto tiempo, ?te acuerdas de mi?"
Y una sonrisa timida responde:
"Perdone, pero creo que se ha equivocado".
"Disculpe, senorita, me recuerda tanto
a una mujer que conoci hace ya algunos anos".
Mas viejo y mas cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
companeros en la rutina y en los bostezos
Serrano, Ismael
La Memoria De Los Peces